He visto a Kiss en varias ocasiones en vivo, me sé de memoria sus discos, su historia, he revisado una y otra vez sus videos, he practicado sus riffs y requintos múltiples veces en mi guitarra, hasta hice una tesis inspirado en su trayectoria. Entonces la pregunta es, qué más pueden ofrecerle a un fan que los ha seguido desde hace 31 años.
Excelente y fuerte sonido, luces, plataformas, fuego, explosiones, logo gigante, pantalla led, los clásicos de siempre, un Ace que no es Ace y un gato que no es gato, pero suenan mejor. Un Stanley que ya no canta igual pero cómo domina a las audiencias, un Simmons sacando su lengua y vomitando sangre, como lo ha hecho hace mil años, todo lo que pueda esperar, es absolutamente previsible.
Entonces, ¿cuál es la razón de haber gastado dinero para volver a sentir su sonido e imagen en el Palacio de los Deportes?
La única respuesta que se me ocurre es que este concierto para mí es como esas reuniones familiares, donde sabes que hacen siempre tus parientes, pero a pesar de eso, te reúnes para disfrutar nuevamente las mismas historias que siempre cuentan como si fuera la primera vez.
Ahí encontraría mi respuesta, Kiss a pesar de tocar millones de veces «Firehouse»,» Detroit Rock City» o «Deuce», tocan esos clásicos como si fuera la primera vez. Si alguna banda da todo en el escenario, es Kiss. Puede ser que haya noches malas, que incluso están registradas en video, pero no se les puede cuestionar falta de profesionalismo y entrega.
Además, presiento qué será la última vez que los vea en vivo, será personalmente mi despedida de disfrutar el show más caliente del mundo, y quizás ya no compre más otro disco de Kiss.
Acepto que me molestó mucho que Tommy Thayer y Eric Singer se hayan puesto el maquillaje de Ace y Peter, respectivamente, pero como en las familias -vuelvo al tema- he comprendido la decisión de Simmons y Stanley, que han sido un claro ejemplo de cómo mantener una empresa y marca de rock a costa de lo que sea.
Su público en el mundo también lo ha comprendido, y no han dejado asistir a sus conciertos, que a pesar de que muchos no han sido sold out, todavía meten a miles a cualquier auditorio respetable.
Pero pensándolo bien, la única forma que volvería a verlos, después del 30 de septiembre, es si volvieran a reunirse con Ace y Peter, pero me encantaría que también estuviera Bruce Kulick y por qué no, hasta Vinnie Vincent. Suena descabellado, pero volver a tocar con sus ex guitarristas sería la despedida ideal que soñaría todo fan.
Por cierto, añadieron otra fecha en la Ciudad de México, ahora el 1 de octubre, los boletos están disponibles, porque el 30 de septiembre ya es sold out.
¡Viva Kiss!